martes, 22 de julio de 2008

Imaginario.

Tenía que contarte que yo sí soy capaz de encontrarte en cada mota de polvo. Y también en el silecio, joder, y en los castaños de todos los parques y todas las montañas del mundo, y en todos los putos lugares que me hubiese gustado visitar contigo, porque es que... es que joder, yo te quería, y tú me querias cuando yo dejé de quererte y ahora te vuelvo a querer cuando tú ya no me quieres y es uno de esos malditos círculos viciosos que no terminan bien, como cuando juegas a la oca y vuelves a caer en la muerte una y otra vez. Una historia antipática, como los cuentos de Oscar Wilde. Porque te siento en cada banco en el que pudimos habernos sentados y no lo hicimos, y en todos los paseos que me doy solita, buscando en cada esquina un príncipe azul, un músico bohemio, o un escritor enamorado, y esperando... esperando qué sé yo, un milagro, una sonrisa, un poema de esos que leo en mi cama, o simplemente esperándote a ti. O esperando olvidarte. Y eso está bien, lo de olvidarte, digo. Ya sabes que ése es mi banda sonora: vivir contigo y luego sin ti, contigo, y luego sin ti. Y eso jode, porque es que resulta que aunque sólo existas en mi cabecita, eres un puñetero gilipollas y yo una estúpida que se pilla de lo que no existe. Aún así yo quería comentarte que te veo escribiendo mi nombre con tiza en la pared, y regalándome libros de poesías por mi cumpleaños, subidos a la rama de un árbol, mientras leemos a Cumming en inglés y uno de los dos sopla en el otro al oído. Pero nunca pasa, y nunca va a pasar, dado que eres la palabra fin en braille porque nunca te he visto en realidad, y noto que estás en todos los finales agridulces que leo.
Me gustaría decirte que eres la mejor persona que he conocido si realmente lo hiciera, aunque estuviste en todos y en ninguno, en las manos de todos los dependientes de librerías, en el aliento de todos los chicos de bufanda roja y gabardina negra, en las palabras de los estudiosos, en la sonrisa de los adorables, en los de los ajenos, y en las canciones de Sabina, pero a ninguno les quiero como a ti.
Aún así no esperes que te vaya a buscar a un aeropuerto, al tren o a llamarte por teléfono. No esperes que guarde una foto tuya en mi cartera, ni esperes que estemos en un ascensor y te libre del silencio con un beso. No me esperes con zapatos de cristal en un baile ni mucho menos que vuelva a escribirte una carat de amor imaginario. Es muy descortés que los sueños no respondan. Y hablando de soñar, has desaparecido de mis noches y ims nebulosas, y que sepas que ya no te echo de menos, así que no me mires con esa cara de niño pequeño, porque sé leer la tinta invisible de tus gestos, y puedo decir ahora que casi ni te quiero.

Y... yo solo quería contarte esto.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Oh, Cosa. Escribes también. Lo imaginario también forma parte de la realidad, ¿verdad?

Me gusta tu blog, Cosa. Y la foto de la cosa de arriba :o

Anónimo dijo...

me encanta de verdad... ya me gustaria escribir como tu...
eres genial!