lunes, 28 de julio de 2008

Cabezazos contra la pared.

- Verás - había dicho y juraría que no ha vuelto a ver sus ojos café con leche tan brillantes como entonces - lo bueno de los amores idealizados es que nunca te van a decepcionar, no te pueden rechazar porque nunca te oirán, no te pueden hacer llorar, porque nunca te hablarán... no pueden tocarte, ni consolarte ni enfadarse contigo, ni pedirte perdón. Son perfectos, pero sabes que por mucho que te esfuerces jamás van a ser tuyos. Lo malo es cuando te das cuenta de que esos amores idealizados ya no están tan idealizados como tú creías.

- Es decir, cuando te das cuenta de que el príncipe azul no existe.

- No, cuando te das cuenta de que el príncipe azul sí que existe, pero a ti te gusta más el príncipe verde pistacho.










3 comentarios:

Yago Galleta dijo...

Mmmmmmmm, no es así, o según cuanto idealices: siempre hay que tener un márgen. Yo puedo soñar con princesas azules, sabiendo que lo que llegará será una princesa naranja que molará más: la realidad siempre supera a la imaginación.

¡Si te gusta más el verde pistacho es que le has soñado mal!

El problema de idealizar es rellenar al principe pistacho con cosas del príncipe azul y formar un cóctel irreal, esperanzador, descorazonador y frustrante!

Unknown dijo...

Me encanta este diálogo, cosa. You know.

Malditos príncipes verdes pistacho que acaban siendo infinitamente mejor que los azules. :_

Anónimo dijo...

principes verde pistacho jeje, gran escrito... gran concepto!!

grande grande blog!!