sábado, 2 de mayo de 2009

amor se llama el juego.

Lo nuestro es como un tornado. Sé que crees que estoy como una regadera, y que esta vez yo no he sido yo quien ha gando la partida. Ahora quiero confesar que el mundo me come en cada esquina. Pero puedo coger un tren y olvidarte, - que nunca supe dar promesas - porque un corazón no late bien cuando le golpea la exigencia. Y como sé eso, camino despacito y sin torcerme, y hago horas de estudio con ojeras. hojas de apuntes sobre la mesa, el móvil que suena, el alcohol, y las risas en la calle mientras amanace, que la vida son dos días. ¿Por qué no ir a buscar a la piscina una sirena? Alguien que cruce ríos sin ahogarse y cante canciones que no recuerden a nadie. Y yo a mis 18 años todavía sigo nadando. Me dejé las alas en el alféizar, e intenté tantas veces cruzar el río a nado que dejé de contar las veces en que me he ahogado. Ya no lloro por cosas que no valen la pena, porque vivo en la dictaura de la primavera. Ahora vuelvo a defender que el amor no existe, que se acaba como sea acaba el tiempo. Como acaba el curso. Como acaban los días grises de rock y tristeza. Punto final del párrafo de mi adolescencia. Que abren más puertas los labios del pecado que los besos que no se han dado. Y escucha una cosa que te voy a decir, -aunque te duela el alma como me duele a mí - y es que no puedo enamorarme de ti. Que viviemos en planos diferentes,. que repaso dia a día la gramática de nuestra historia, y se te olvidó ponerme los acentos en los pretéritos perfectos. Anda, voy a dejarme de tonterías, y mejor os cuento la historia del chico que corría, y nunc ale enseñaron a nadar, y la de la chica que huía de espejismos y horas de más. O mejor os cuento que cuando intento salvarte, terminó ahogándome yo por no poder hacer nada. Pero me arriegso porque sino hacemos algo, el hielo durará mil años.

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